sábado, 26 de abril de 2014

Lo que alguna vez fue mi hogar...

  Llego, llego a lo que alguna vez fue mi hogar. Me levanto del piso lleno de cenizas a causa del fuego que incendió mi casa. Me quedo parado mirando imágenes de mis recuerdos: cómo yo corro a mi hermano, imágenes de mi familia y yo disfrutando de esos deliciosos asados que hacía mi papá y mi primer beso con aquella hermosa novia que tuve. Ella era morocha, con ojos azules y muy alta.
  Estoy aquí con mis tres hijos y con aquella joven morocha y ojos azules que terminó convirtiendo en mi bella esposa. Les quería mostrar a toda mi familia lo que alguna vez fue mi hogar y lugar de juegos favorito.
  Todavía recuerdo esa vez que escuché que algo muy malo iba a suceder y fui corriendo a contárselo a toda mi familia, pero ya era demasiado tarde: habían incendiado toda mi casa y me gritaban que subiera a la camioneta, que nos íbamos a vivir con mi tía Helen.
  Recuerdo estas cosas y siempre me pongo triste y se me escapa una lágrima. Me estoy yendo con mis hijos y mi bellísima esposa tomado de la mano, me doy vuelta y miro lo que alguna vez fue la plaza en la que jugaba, la escuela a la que iba toda destrozada, mi casa hecha cenizas, la carnicería donde compraba la carne para esos deliciosos asados que hacia mi papá, la casa de la vieja que tuvo el presentimiento de que algo malo iba a pasar, la panadería de mis abuelos donde salían esos deliciosas medialunas calentitas y todo destrozado.
  Vuelvo a mirar todo y me despido con la sonrisa más grande que tengo y una lágrima desplazándose por mi mejilla.