domingo, 13 de septiembre de 2015

El espejo de la abuelo Inés

El espejo de

la abuela Inés


Estaba entrando en un lugar prohibido. Mi abuela me había dicho que cosas extrañas habían sucedido  en es ático. En ese momento desabrí el porque de nunca haber podido.
 Esa tarde estaba de camino a la casa de mi abuela Inés. Estaba muy feliz de haber organizado con ella de quedarme a domir, ya que mi vida era damasiado aburrida, como para tener planes.
 -¡Buenas tardes, Rebeca! ¿Como te fue?- dijo la abuela Inés.
 -Mal como siempre.-dije
 -¿Queres algo para comer-Pregunto
 -No, solo quiero ir a descansar
 Subí a la habitación de huéspedes. Dormí un largo rato, me desperté y me di cuenta de que era de noche. Me levanté para ir al baño y en la pelumbra me equivoqué de puerta. De repente, me di cuenta de que había entrado al ático. Me di vuelta y la puerta se cerró.Mire alrededor, me encontré con un resplandor celeste debajo de una manta. La quite y descubrí un espejo. El espejo brillaba, lo toque con un dedo y parecía una superficie de agua. Me metí dentro, y me encontré con un mudo paralelo.
 Descubrí que ese lugar ya lo conocía, era el ático de mi abuela. Era un lugar mucho más luminoso y arreglado. Salí de esa habitación y sentí un rico olor. Baje las escaleras y me dirigí  hacia la cocina donde mi abuela  mi abuela había cocinado una rica comida. La mire lentamente, la abracé y me di cuenta de que era de tela. Era como una especie de muñeca enorme. En ese lugar me sentía muy feliz. Disfrute mucho de esa cena con mi abuela. 
 Desde ese momento regresaba todas las noche, hasta que un dio me di cuenta de que algo extraño ocurría. Cada noche, cuando me iba a dormir , oía rudos dentro de una caja ubicada del lado derecho de mi cama.
 Cada día que iba, mi abuela estaba más deteriorada. Le preguntaba que le sucedía y me decía que no pasaba nada.
 Una noche, ya cansada, de oír ruidos, decidí abrir la caja. Dentro había una luz cegadora. Luego, la luz fue dividiéndose en tres. Las luces se convirtieron en tres chicos de mi mima edad. Eran fantasmas. Me preguntaron mi nombre.
 -Rebaca- conteste.
 -Rebeca-repitió uno de ellos. Tienes que huir ya mismo de aquí.
 -¿Por qué?- pregunté- Estoy más que bien aquí.
 - ¿Has notado que tu "abuela" está debilitándose? Bueno, es porque se alimenta de niños. Nosotros somos unos de los que ella se alimento. Y luego seguirás tu si no te vas.
 No podía procesar lo que me decían. Necesitaba marcharme, en ese mismo momento.
 Cuando estaba por pasar el espejo, apareció mi falsa abuela. Estaba diferente, mucho más desecha,
 -¿A donde vas, mi niña?-preguntó con voz cruel.
 - A donde tú nunca puedas encontrarme.
 Cuando estaba por irme, me sujetó de la mano. Luché con todas mis fuerzas hasta que pude librearme.
 Aparecí nuevamente en mi cama. Estaba en la habitación de huéspedes. Era como si nada de eso hubiera sucedido...