A través de esta experiencia de escritura colaborativa con mis compañeros realizamos un trabajo que se baso en hacer un cuento realista, el trabajo tenia tres etapas:
- La primera se trataba de hacernos preguntas acerca de una pintura que nos dio nuestra profesora y realizar una breve investigación sobre de quien fue el pintor de la pintura.
- En la segunda etapa tuvimos que armar el relato.
-En la ultima y mas difícil tuvimos que escribir la historia.
En relación en como me sentí con escribir una cuento realista: al principio fue muy difícil, pero después lo pudimos llevar adelante.
Trabajar con mis compañeros fue fácil, pero pudimos hacer un proyecto mejor.
Muchos problemas no se me presentaron pero el mas grave fueron mis faltas de ortografías.
Podría haber puesto mas atención al trabajo y poder haber aportado mas imaginación.
Este es el resultado obtenido:
JUANITO: UNA HISTORIA DE INFANCIA
Hoy
soy una de las personas más queridas de la clase. Con mi delantal viejo pero
limpio, mis zapatos viejos pero lustrosos y mis útiles conseguidos en el
basural, tuve la capacidad de demostrarles a mis compañeros que, aunque a
veces las cosas resultan más difíciles para unos que para otros, la
determinación de ser mejor puede ser un buen comienzo para cambiar la realidad.
Así, comprendí que cada agresión pudo ser una oportunidad de
mostrarles a mis compañeros cuánto se equivocaban conmigo…
Hoy soy feliz porque pude mostrarles mi mundo y esto fue el
comienzo de una nueva amistad.
***
Esto no fue así desde un principio: agresiones,
cargadas, humillaciones por parte de mis compañeros y de mis profesores,
formaban parte de mis clases. Los recreos eran un infierno, pero yo estaba
preparado para esto. Mis padres me habían hecho creer en mí mismo y eso
constituía una de mis herramientas para ser quien soy en la actualidad. El
haber crecido sin resentimientos a todas esas agresiones me han llevado a
ser una buena persona.
Ese día me desperté muy feliz porque era
mi primer día de clases. Al fin iba a ser un chico normal como los
demás. Un chico que va a la escuela y que tiene amigos y tarea.
Me vestí y me encaminé al colegio. Cuando finalmente
llegué, tocó el timbre. Formamos y conocí a los que iban a ser mis compañeros.
No eran como yo pensé que iban a ser conmigo. Ni los profesores.
Entré en el aula junto a mis compañeros que me
miraban y murmuraban cosas: “Que vuelva al basurero de donde vino”, fue uno de
los murmullos que escuché de parte de mis compañeros. Ellos siguieron diciendo
cosas de mí aunque no me importaba mucho... Y creo que a ellos tampoco les
importaba mucho yo.
Los días pasaron y los insultos cada vez pesaban más, además eran
todos contra mí. ¿De qué serviría tratar de convencerlos? Sólo se reirían y me
insultarían más y más. Todo esto siguió y siguió por un par de semanas hasta
que no pude más. Me paré, fui con la profesora y les grité a todos que eran
muy malos compañeros y que ellos no sabían lo que era la verdadera
felicidad y todos se me quedaron mirando. Entonces, empezaron a darse
cuenta de los daños que hacían con sus comentarios fríos y malvados.
Corrí hasta el basurero para reflexionar y pensé: “La felicidad no
es sólo para los que tienen dinero, pero a veces pienso que sí..., aunque nadie
puede ser feliz con la infelicidad del de al lado”.
Reflexioné toda la noche y me decidí a seguir yendo al colegio. Me
dijeron un par de cosas más, pero los ignoré como si no estuvieran allí. Al
principio les dio igual, pero luego se sintieron con una leve pena. Al final
del día fui al frente y les pregunté qué se sentía. Un silencio inconmensurable
invadió la sala. Les expliqué que yo me sentía así todos los días de mi vida,
se fueron sin hablar. Se dieron cuenta de que no todas las personas tienen una
vida normal, que algunos niños tienen que salir a trabajar porque sus padres no
tienen el dinero necesario para mantenerlos, también que las personas no se
califican por lo que se ve por afuera sino por lo que tienen adentro.
La lección fue dura, pero fue el punto de partida, de cambio para
que yo les empezara a mostrar mi mundo. Un mundo de aventuras, de creatividad,
de ingenio, en el que con una chapita de gaseosa podía organizar un campeonato
de fútbol; con una gomera, una cacería en África; con unas figuritas, un torneo
lleno de estrategias. Y ellos también me mostraron un mundo de delicias:
chocolates que no conocía, jardines llenos de flores y árboles hermosos. Una
madre que nos servía la leche a las cinco en punto, perros sin pulgas y
juguetes que todavía no había conocido en el basurero.
Así fue como nuestro mundo se fue relacionando y encontramos todos
que en la diversidad en las formas de vivir, en las formas de pensar, vamos
encontrando todos poco a poco la alegría de vivir, que no es sino un
crecimiento continuo a partir del encuentro con el otro.